A modo de bienvenida

me complace vuestra visita.

jueves, 29 de diciembre de 2011

El amor mueve montañas

    Los consejos de mi amiga rebozan sabiduría. Ella siempre habla con el corazón. Con complicidad me responde que toda su experiencia la va acumulando, a diario y como una abejita, sacándola de la lectura, de su trato con las personas y de sus reflexiones sobre lo acontecido en cada jornada, a la puesta del sol.

Sabe conquistarse a la gente; para todos tiene palabras de aliento. Ella conoce la forma más plena de comunicarse con los demás: el amor. Es meramente feliz.

  Un diamante finamente tallado con múltiples facetas, expuesto a la luz, refleja innumerables tonalidades. Algo semejante ocurre con el término Amor. Literatura, poesía, religiones, historia… incluyen este concepto que está enraizado en la humanidad.

Melancolía, ensimismamiento, generosidad, cariño, ternura, pasión, heroicidad… son algunos de los sentimientos que conlleva el amor, al que gráficamente representamos con un rojo corazón y al que evocamos especialmente en el mes de Febrero –pertinente vocablo derivado de fiebre-.

Es una lástima que encorsetemos la vitalidad inherente al amor reduciéndola a un mero ámbito de dos personas que se aman y, unidas, se parapetan como ante un mundo hostil. Es lo que llamamos el amor erótico. Donde el instinto desempeña un importante rol al igual que en los lazos sangre, cuando hablamos del amor familiar.

El amor va más allá. Como en el caso de la amistad, forma de intercomunicación gratuita entre personas que se eligen voluntariamente. Es ésta una forma de satisfacer la ínnata necesidad humana de intercomunicación.

Y aun podemos hablar de un estadio superior del amor donde el ser humano alcanza su plenitud, demuestra su grandeza y logra la mayor felicidad. Es aquel en que el yo cede su preferencia al tú de manera incondicional, mostrando una actitud generosa y desinteresada ante los demás. Hablamos de la filántropía y la solidaridad. Ambas pueden generar una fuerza capaz de mover montañas.

Cuando celebremos el día del amor y la amistad, san Valentín, demos algo más que chocolates, cartas y flores; demos nuestro amor.
Ana García-Junco del Pino
Lic. Filosofía y Letras
Americanista y documentalista

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Saludos. Fiel a mi política de recopilar en un Blog los artículos que, a lo largo de mi vida haya escrito, os presento esta reflexión.

    Este artículo fue publicado en el periódico mexicano "Factor" en febrero del 2009. Se me solicitó un texto que pudiese aplicarse a la festividad del día de San Valentín.

    ResponderEliminar